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miércoles, 8 de abril de 2009

EL PLAN ESTRATÉGICO

EL PLAN ESTRATÉGICO
Todo jugador que busque la superación ajedrecística debe formarse el hábito de pensar
en función de los planes estratégicos. Al obtener cada vez mayor experiencia práctica y
conocer las mejores creaciones de los grandes maestros de la historia, el jugador
aprende a relacionar los movimientos entre sí y logra que sus jugadas no broten de
manera fortuita e independiente, sino que existen objetivos generales que las guían. Es
importante mencionar de nueva cuenta que estos planes nunca deben de elegirse de
forma caprichosa, sino que surgen de una precisa evaluación de los factores
posiciónales, como son la estructura de peones, las debilidades de casillas, la movilidad
de las piezas, la seguridad de los reyes, etcétera.
El ajedrecista debe contemplar planes de rango y alcance distinto: el plan a largo plazo,
que será el hilo conductor general de nuestras intenciones y, como complemento, los
planes más inmediatos y concretos. Demos un ejemplo: un jugador valora que sus
mejores posibilidades radican en un ataque contra el rey enemigo y tiene como objetivo
llevar la mayor cantidad de fuerzas hacia ese flanco (plan a largo plazo). Este traslado
se hará por medio de maniobras diversas, como la búsqueda de casillas fuertes para
sus piezas, el bloqueo o destrucción de las piezas defensivas del rival, etcétera. (planes
a corto plazo). Veamos algunas condiciones para la ejecución eficiente del plan
estratégico:
1) Los planes deben ser benéficos. Esto es evidente pero en muchas ocasiones se
persiguen objetivos falsos que solo perjudican nuestra posición en lugar de mejorarla,
como un ataque al sector equivocado, búsqueda de malas casillas para nuestras
piezas, avance debilitador de peones etcétera.
2) El plan debe ser realista y objetivo. Hay que estar seguro que nuestras intenciones
se podrán llevar a cabo y que el adversario no las detendrá fácilmente sin ceder algo a
cambio. No se debe olvidar la necesidad de buscar y encontrar también los posibles
planes del rival para destruirlos a tiempo.
3) Se debe ser flexible. Es importante ser consistente con nuestros objetivos, sin
embargo, por lo general el oponente no dejará que los ejecutemos libremente e
intentará contrarrestarlos. Esto hace que no sea posible siempre limitarse a un sólo plan
a lo largo de la partida y debamos modificarlos de manera continua si la posición lo
demanda.
4) Los planes deben ser tácticamente correctos. Un punto básico en el ajedrez que se
refiere a la imprescindible armonía entre táctica y estrategia. Lo concreto e inmediato
(sacrificios, combinaciones, maniobras ganadoras) siempre tendrá prioridad sobre los
factores estratégicos más abstractos. No tiene sentido formular un “excelente” plan a
largo plazo si el rival cuenta con una inmediata secuencia decisiva de jugadas.

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