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viernes, 30 de enero de 2009

sugerencia entrenamiento V

El stress y ajedrez (III): el ego

Cuando está implicado nuestro ego, experimentamos automáticamente un incremento del stress siempre que participamos, que afecta a la ejecución cuando supera nuestra tolerancia. Además, nuestra autopercepción de nuestra propia habilidad se hace más frágil.. En casos extremos, por ejemplo cuando un jugador pierde muchas veces, abandonará la competición para proteger su ego. Este segundo punto debería explicarse mejor. Nuestra percepción de la realidad no siempre coincide con lo que la realidad es. Cierto ajedrecista podría estar superando a un grupo de rivales sometidos a las mismas presiones, y creer que su nivel de competitividad está bajando o que su habilidad de afrontar el stress es inadecuada. Esto puede hacer que su nivel de ejecución empiece a decaer. Puede llegar un momento en que le sea difícil escapar de esta decadencia, y empezar a ser derrotado por ese mismo grupo.

Hay un tipo de jugador cuya principal motivación es aumentar su ego. Se compara constantemente con los otros de su misma categoría y siempre intenta ganar un premio. Por eso experimenta mucho más stress que otro jugador, quien no implica su ego. Su presión sanguínea se eleva cuando se sienta a jugar, lo cual afecta a su rendimiento. Cuando tiene un mal torneo, entra en crisis personal. No puede soportar la idea de que otros le estén superando. Su ejecución suele estar siempre unos 300 puntos por debajo de lo esperado. Su autoestima se pone en juego en cada partida. El otro tipo de jugador busca el perfeccionamiento y no se preocupa tanto de competir. Experimenta el nivel de stress normal. Las percepciones sobre su habilidad son realistas: sabe que es un jugador relativamente débil y que es difícil que gane algún premio. Si ve que mejora lentamente, está satisfecho. Cuando tiene un mal torneo, piensa: "Es la vida". ¿Con cuál de estas dos clases de jugador te identificas?

Nuestra sociedad insiste constantemente en ganar. Ser el primero. Medallas de oro. Un campeonato internacional. La lotería. Siendo honestos, lo que importa es ganar en lo que sea. Incluso ganar por el simple placer de ganar. Lombardy lo expresaba así: "Ganar no es lo más importante, es lo único!"

Cuando vencemos nos sentimos bien y recompensados después de tanto trabajar y nos sentimos dispuestos a seguir. Hay un problema con esta actitud: excluye a todos los que no ganan, hasta el punto de olvidar a quien quedó segundo. Toda la atención se centra en el vencedor. El mundo de la competición es cruel. Por cada ganador hay 100 perdedores. Se hace todo lo posible para vencer: drogas, amañar partidas, comprar árbitros, etc. Esto es probablemente cierto para la mayoría de los deportes, incluso para el ajedrez.

El modelo de competición que prima el vencer como sea es demasiado rígido para los aficionados. Y estresante. Puede ser bueno para los atletas de alto nivel a los que no les importa correr riesgos.

Para los que desean competir a nivel aficionado es necesario ver las cosas desde otra perspectiva, una más realista y racional, basada en algo cotidiano, no en fantasía, que permita tener objetivos y un mejoramiento gradual, y que incluya el respeto a sí mismo y al rival. Recuerdo que el match Fischer-Spassky supuso un gran incremento en las inscripciones en los torneos en Montreal, pero la fiesta duró poco. En seis meses, la participación en torneos disminuyó drásticamente. Los admiradores y emuladores de Fischer desaparecieron por donde habían venido. ¿Por qué? Dos razones: expectativas muy altas (el modelo Fischer no era alcanzable por los principiantes) y niveles de stress demasiado altos.

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